7 feb 2011
José Aguilar | Actualizado 07.02.2011 - 01:00 (diario de sevilla)
LA crisis le sienta fatal a la inmigración. No sólo objetivamente (hay menos trabajo y menos posibilidades de integrarse). También por la vía subjetiva: los nacionales toman a los inmigrantes como chivo expiatorio ante sus propias precariedades y estrecheces. La xenofobia siempre anda al acecho, pero aprieta sobre todo en los sectores populares más afectados por la crisis.
La sociedad española va sorteando razonablemente bien las tentaciones xenófobas que muchos pronosticaban en los últimos años, conforme el panorama económico y laboral ha ido tomando tintes cada vez más sombríos. Los tópicos que nutren el racismo y la xenofobia no parecen haber prendido entre nosotros con la intensidad de otros países europeos, y los brotes violentos surgidos son, por fortuna, anecdóticos. Quizás la memoria emigratoria de varias generaciones de españoles se transmite, de abuelos a nietos, a los que ahora son receptores de inmigrantes y han de aprender a convivir con ellos.
Lo digo por dos noticias publicadas en las últimas semanas. Una, los resultados de dos estudios realizados por instituciones sanitarias de Madrid y Navarra que concluyen que las personas inmigrantes utilizan menos los servicios de salud que las autóctonas. Esto choca con prejuicios muy extendidos entre la población. Incluso extendido entre el personal sanitario, que probablemente tiende a atribuir a las dificultades de comunicación del paciente inmigrante una sobrecarga de trabajo para él, interpretándolo como si los usuarios inmigrantes fueran mucho más numerosos de lo que realmente son. Es una impresión falsa: lo real es que los españoles acuden más que los extranjeros, porcentualmente hablando.
La otra noticia se refiere la macroencuesta sobre inmigración en ocho países y que en España ha coordinadola Fundación BBVA : seis de cada diez entrevistados creen que los inmigrantes no les quitan el trabajo, lo cual abona la idea de que una mayoría de españoles son conscientes de que el colectivo que viene de fuera atiende generalmente los trabajos que ya no hacen los de dentro, por su penosidad, esfuerzo o escasa remuneración. Incluso la percepción del fenómeno migratorio como un problema en sí mismo ha disminuido (pasó del 58% en el año 2009 al 53% en 2010 la parte de españoles que la tenían).
No es eso lo que a menudo se escucha en la calle. Pero, como en tantas otras cuestiones, el que más chilla no es necesariamente el que más apoyos de sus conciudadanos suscita. Nos fijamos en las adhesiones espontáneas que suelen despertar los que despotrican de los inmigrantes en la barra del bar, el mercadillo o el ambulatorio, no en los que callan aunque oigan barbaridades. Callan, pero opinan en las encuestas y ayudan a destruir los tópicos.
La sociedad española va sorteando razonablemente bien las tentaciones xenófobas que muchos pronosticaban en los últimos años, conforme el panorama económico y laboral ha ido tomando tintes cada vez más sombríos. Los tópicos que nutren el racismo y la xenofobia no parecen haber prendido entre nosotros con la intensidad de otros países europeos, y los brotes violentos surgidos son, por fortuna, anecdóticos. Quizás la memoria emigratoria de varias generaciones de españoles se transmite, de abuelos a nietos, a los que ahora son receptores de inmigrantes y han de aprender a convivir con ellos.
Lo digo por dos noticias publicadas en las últimas semanas. Una, los resultados de dos estudios realizados por instituciones sanitarias de Madrid y Navarra que concluyen que las personas inmigrantes utilizan menos los servicios de salud que las autóctonas. Esto choca con prejuicios muy extendidos entre la población. Incluso extendido entre el personal sanitario, que probablemente tiende a atribuir a las dificultades de comunicación del paciente inmigrante una sobrecarga de trabajo para él, interpretándolo como si los usuarios inmigrantes fueran mucho más numerosos de lo que realmente son. Es una impresión falsa: lo real es que los españoles acuden más que los extranjeros, porcentualmente hablando.
La otra noticia se refiere la macroencuesta sobre inmigración en ocho países y que en España ha coordinado
No es eso lo que a menudo se escucha en la calle. Pero, como en tantas otras cuestiones, el que más chilla no es necesariamente el que más apoyos de sus conciudadanos suscita. Nos fijamos en las adhesiones espontáneas que suelen despertar los que despotrican de los inmigrantes en la barra del bar, el mercadillo o el ambulatorio, no en los que callan aunque oigan barbaridades. Callan, pero opinan en las encuestas y ayudan a destruir los tópicos.
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3 comentarios:
Mirad, podéis engañar todo lo que queráis en las encuestas, pero a pié de calle es evidente,que el colectivo magrebí abusa de los servicios sociales, educación y sanidad.
Negando lo evidente no os vais a integrar mejor. Os pediría más cooperación con la población local, por ejemplo entregando los 30 pandilleros magrebís que el 05 de Febrero apalizaron a 4 chicos vitorianos en el Parque de San Martín. Sería un buen titular de Relaciones Públicas
Invistiga un poco en su casa, igual su hijo forma parte de LA PANDILLA !!! los hijos de padres magrebíes son también VITORIANOS. Lo que tiene que hacer USTED es volver a la escuela a aprender las modales.
Al anónimo con fecha de 9/2/11 me gustaría decirle que no va a arreglar nada con esa actitud rencorosa que se nota a la legua. Eso de que pueda engañar una encuesta me parece un argumento flojo porque nadie te está pidiendo que te creas todas las encuentas que te pongan delante. Lo que sí percibo es que cuando te presentan una encuesta en la que se meten con los inmigrantes esa encuesta sí que te parece válida. A pie de calle no hay nada evidente más lo que tú quieras ver. No sólo los inmigrantes abusan de los servicios sociales como dices (algo que me parece exagerado por tu parte) también hay autóctonos que abusan de todo y a nadie le molesta. Pues a mí sí y para eso no hago distinciones baratas. También se ve a pie de calle que hay inmigrantes que no han recibido nunca una ayuda de nadie, pero no se han quedado por ahí quejándose y esperando a que alguien le saque las castañas del fuego. Aqui los que abusan de todo y de todos son los de arriba, pero no se te ocurre arremeter contra ellos. Esos sí que nos quitan el dinero, los servicios y el trabajo a TODOS y en todos sitios. Y eso de abusar de la educación me ha parecido una valoración maestra, vamos. Si no "abusasen" de la educación las aulas se quedarían vacías en ciertos niveles, porque aquí somos todos tan listos que no necesitamos para nada ni los estudios ni la educación en general. Eso también está a pie de calle.
Eso de que por negar lo evidente no se van a integrar mejor, no te lo crees ni tú. No tienen que negar nada porque con gente con este tipo de comentarios no hay manera de que nadie se integre. No digo que no haya algunos que se queden encerrados en su mundo, pero tú ves solamente la minoría. Si mirases más a pie de calle verías que sí hay inmigrantes que quieren integrarse y lo único que encuentran es un muro de intolerancia del tamaño de una catedral. Es un poco cansado darte de cabezazos e intentar romper un muro como ése, pero sale más barato criticar y buscar un chivo expiatorio de todos los males.
Eso de los pandilleros... tiene guasa. Ahora van a tener que ir los inmigrantes de uno en uno por la calle para no ser pandilleros. Deberías acordarte de todos los pandilleros de aquí que atacan a los de fuera solamente por eso, porque son de fuera. Eso no te duele ya que con sólo mencionar lo de la Relaciones Públicas te has quedado satisfecho. ¿Ya te has dado la palmadita en la espalda por semejante remate de comentario? La violencia es injustificable venga de donde venga y vaya a donde vaya. Esos dobles raseros no te dejan nada bien. Y entregar a los pandilleros... ¿a quién? ¿a ti? Y creo que te has quedado un poco corto: ¿estás seguro de que no eran trescientos?
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